Chat de trabajo, de amigos, de estudio, de yoga, de ex compañeros del colegio y de padres. Todos pertenencen a uno o más grupos de WhatsApp. Es posible que muchas de esas agrupaciones cibernéticas estén silenciadas para evitar la vorágine de mensajes que se suelen enviar. Pero aún cuando se elija esa alternativa, tarde o temprano, uno se enfrentará con los cientos o miles de textos, fotos y videos que se manden por esa vía.
Ignorarlos del todo no es fácil y a veces ni siquiera es una alternativa viable. Y procesar tanta información lleva tiempo, un tiempo cada vez más escaso y por ende, más valioso. Pero además es agotador. Quizás, si se aplicaran algunos criterios de convivencia todo sería más sencillo. Al menos vale la pena pensarlo. Aquí algunas de las cuestiones que conviene evitar para tener una experincia más amena y, por qué no, saludable.
Es entendible que se quiera compartir imágenes de las vacaciones o clips de los chicos jugando en la plaza pero no hace falta enviar un álbum completo registrando el minuto a minuto de cada evento. Porque eso colapsa la memoria del teléfono. Y entorpece la conversación. Para eso están las redes sociales: es posible subir 800 fotos a Facebook, Instagram, Twitter o donde sea. Después cada quién decidirá cómo y dónde mirarlas.
2.Tener conversaciones individuales
Si A le quiere decir algo a B, ¿no es más fácil que inicie un chat privado con la persona en cuestión en vez de hablarle en un grupo donde hay otros 15 individuos? Esto es un mal generalizado del cual resulta muy difícil escapar. Es como si algunos no pudieran resistir a la tentación de tener una audiencia para sus textos. Entonces exponen sus verdades, secretos o hipótesis ante espectadores involuntarios ¿Será que en épocas de redes sociales donde todos los trapitos se sacan al sol, la privacidad resulta insoportable?
3.Pedir resúmenes de lo que ya pasó
"Perdón no leí los mensajes, ¿me dicen de qué hablan?" , "¿dónde es la cena esta noche?. Ya sé que lo dijeron pero no llegué a leer". Éstas son las típicas frases de los paracaidistas del grupo. Son los que, quizás por falta de tiempo o bien porque están hartos de la cantidad de mensajes con la que son bombardeados a diario, leen mensajes salpicados y, cuando pescan algo que les interesa, piden un resumen de todo lo anterior. Porque, claro, no soportan hacer un seguimiento minuto a minuto, pero tampoco quieren quedar del todo afuera.
Todo suena muy razonable, pero para evitar generar este pedidos al grupo, basta con escribir una palabra clave en el buscador del WhatsApp para que aparezca el listado de todas las veces que el término fue empleado. Por ejemplo: "cena" o "fiesta de Paula". Sino, siempre se puede recurrir a preguntarle, por mensaje privado, a quien corresponda.
4. Enviar saludos grupales por cumpleaños y festividades
Está muy bien saludar a la gente querida, pero, de nuevo, más vale hacerlo con un mensaje privado. De otro modo, se generará un tsunami de saludos en la conversación grupal que tendrá el chat repiqueteando constantemente con cientos de "felicidades", "feliz cumple" y similar. Y silenciarlo tampoco es la solución porque ver de reojo la cantidad de mensajes entrantes a un chat y no abrirlos le genera ansiedad casi a cualquiera. Solo los privilegiados con nervios de acero podrán pasar de largo. El resto se dedicará a ignorar los mensajes un rato pero tarde o temprano caerán en la maldición.
5. Tener grupos masivos
Aquí la regla es muy simple: a mayor cantidad de integrantes, mayor probabilidad de sufrir una contaminación de mensajes. Si se incluye a 25 personas en un chat es muy posible que cada uno quiera comunicar lo suyo y esto, indefectiblemente, va a derivar en un caudal de información imposible de digerir. Si, por cuestiones laborales, todos trabajan en un mismo equipo y conviene que estén integrados en la misma conversación, entonces sería bueno aclarar desde un principio que ese canal se usará exclusivamente para tratar cuestiones laborales.
6. Generar chats con 128 personas (o más) que no se conocen entre sí
Algunos usan el WhatsApp para vender sus productos, promocionar sus shows o difundir cualquier otro tipo de información que, según ellos, es relevante para toda la humanidad. Y, justamente porque quieren que su mensaje llegue a todo el mundo crean chats con 129 personas que ni siquiera se conocen entre sí. Ese gran colectivo improvisado puede ser una pesadilla. Claro que liberarse tampoco es tan difícil.
Basta con borrarse del chat y disfrutar de la libertad. Algo que cuando se trata de chats entre amigos, padres del colegio o compañeros de trabajo puede resultar desde poco conveniente hasta casi inviable. Es que a veces el costo que se paga por bajarse de un grupo colectivo de ese estilo puede ser muy alto.
7.Enviar mensajes a cualquier hora del día
Algunos se levantan a las 6 de la mañana, otros no se van a dormir antes de las 4 de la mañana y no falta el que durante el almuerzo tiene mucha verborragia whatsappera. Que viva la diversidad, pero que esa variedad no se traduzca en mensajes a toda hora. No es necesario tener horarios rígidos pero es bueno aplicar un criterio general: los mensajes a primerísima hora de la mañana o de madrugada no son muy buena idea.
8. Peleas públicas
Lo mismo que sucede con los saludos o los comentarios personales: las peleas debería darse exclusivamente entre los involucrados. No todos quieren estar al tanto de las discrepancias que pueda haber entre dos o más personas. Por otra parte, ser testigo de estas cosas es por demás molesto. ¿Qué se supone que debe hacer el resto de la audiencia? ¿Quedarse callada? ¿Tomar partido? Ninguna de las opciones conduce a buen puerto y, de nuevo, se genera una contaminación indeseada de mensajes.
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